Vuelve el pitillo y tener aspecto de estar enganchado a la heroína durante el segundo disco de los Strokes
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Vuelve el pitillo y tener aspecto de estar enganchado a la heroína durante el segundo disco de los Strokes

A principios de los 2000, el Lower East Side de Nueva York era un hervidero de bandas indies, donde las voces cargadas de apatía y las guitarras rasgando cada nota se fundían con el humo de cigarrillos a medio consumir. Bajo las luces de neón, las chupas de cuero y los pantalones apretados desfilaban como un uniforme no oficial, marcando el pulso de una escena que parecía destinada a arder rápido.
Dos décadas después, esa imagen sigue viva, pero ha cambiado de escenario. Ya no es un club oscuro en la gran manzana, sino se ha trasladado a los timelines de TikTok, donde la generación Z ha adoptado el indie sleaze, autoproclamándose Hedi Boys. Pero, ¿es solo nostalgia o estamos presenciando el resurgimiento de los pitillos?
¿Todo vuelve? La tendencia actual es un regreso descarado a los códigos estéticos que marcaron el inicio del siglo XXI. Pero esta vez, no es el underground musical el que impulsa la moda, sino las redes sociales. Concretamente, la tiktoker Emma Winder, quien gestiona la cuenta I AM SAINT LAURENT, ha sido una de las principales catalizadoras del resurgimiento del Hedi Boys. En un video que ya acumula más de 200.000 visualizaciones, Winder ha entrevistado a varios chicos que parecen salidos de un desfile de Dior Homme de 2004: chaquetas de cuero, gafas oscuras y jeans pitillo.
Lejos de ser una simple elección estética, estos chicos presentan el look como un estilo de vida que mezcla arrogancia, ironía y un toque de nihilismo. En lugar de celebrar el exceso físico, como el popular Protein Chic, los Hedi Boys abrazan la delgadez extrema, evocando una nostalgia oscura que coquetea con el heroin chic de los años 90.
@emmaxwinder HEDI BOY UK INVASION hediboy hedislimane
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Los orígenes. Para entender el renacimiento de los Hedi Boys, hay que remontarse a 2001, cuando Hedi Slimane asumió la dirección creativa de Dior Homme. Slimane había rechazado previamente un puesto en Jil Sander, pero en Dior encontró el escenario perfecto para imponer su estética: trajes ajustadísimos, corbatas delgadas y una silueta masculina tan delgada que parecía hecha a medida para los integrantes de una banda de rock.
No hay nada casual. Slimane era un fotógrafo consumado y un amante de la música independiente. Fotografió a The Libertines, Franz Ferdinand, The Strokes y The Kills, capturando esa mezcla de decadencia, androginia y glamour sórdido que definía a las bandas del momento. Al mismo tiempo, sus desfiles en Dior Homme se convirtieron en el lugar donde convergían músicos, artistas y aspirantes a modelos que buscaban replicar ese look que hoy vuelve a seducir a la generación Z.
La brecha. Esta nueva tendencia es diametralmente opuesta a otra que también está imperando en las redes: Protein Chic. Por un lado, los seguidores del Protein Chic exhiben cuerpos musculados, dietas hiperproteicas y rutinas de gimnasio tan estrictas como las líneas de sus mandíbulas. En el otro extremo, los Hedi Boys rechazan esa búsqueda de perfección física y abrazan un look que remite a los rockeros decadentes de los 2000. En lugar de cuerpos musculosos, prefieren siluetas delgadas, evocando el aura de Julian Casablancas o de Pete Doherty en plena espiral autodestructiva.
Más allá de la estética. La brecha entre ambos estilos es más que una simple elección de vestuario: es un choque cultural entre quienes ven el cuerpo como un proyecto a perfeccionar y quienes lo utilizan como un lienzo para expresar apatía, decadencia y nostalgia. Sin embargo, este tipo de tendencias, al igual que el SkinnyTok, promueven ideales que pueden tener un efecto negativo sobre la autoestima, aumentando la ansiedad y fomentando trastornos alimenticios.
Pero este nuevo fenómeno, ¿es realmente una nueva contracultura o solo una estética vacía filtrada por el algoritmo de TikTok? Puede que estemos en presencia de un revival superficial que se alimenta del cinismo postmoderno, o también una resistencia a la cultura del fitness extremo. En cualquier caso, el debate sigue abierto.
Imagen | Thomas Hawk
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Alba Otero
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