Sin nada mejor que hacer durante el apagón, España se entregó a lo que se esperaba de ella: bajar a la calle a divertirse
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Sin nada mejor que hacer durante el apagón, España se entregó a lo que se esperaba de ella: bajar a la calle a divertirse

Puedes quitarle la electricidad a España, pero hay cierto espíritu que no se nos va ni con agua caliente: cuando se supo que el apagón que ayer paralizó el país iba para largo, la gente no tardó en salir a la calle a esperar tranquilamente, cerveza en mano, a que la crisis pasara. Un clima estupendo, casi veraniego, y una parálisis casi total de millones de trabajadores en todo el país hizo el resto.
Los primeros pasos. Cuando desapareció la corriente eléctrica y un par de mensajes de la aún resistente conexión a internet dejó claro que estábamos ante un fenómeno, como mínimo, a nivel nacional, muchos salimos a la calle. El desconcierto inicial al ver semáforos que no funcionaban se daba la mano con cierta actitud despreocupada de los vecinos. Cuando los comercios comenzaron a cerrar y los bazares chinos a agotar las reservas de agua y papel higiénico, la gente se preguntó: ¿ahora qué?
La gente en la calle. Un rápido vistazo a redes sociales nos permite comprobar que las palabras de Pedro Sánchez por la noche no iban desencaminadas: el país se había tomado el apagón de forma ejemplar, sin accidentes ni disturbios. En parte porque teníamos muy presente la experiencia de la pandemia y los saqueos a comercios, en parte porque hacía demasiado buen tiempo. Pero a media mañana la gente ya estaba cantando y bailando.
La noche nos confunde. Conforme fue avanzando el día, tal y como se reflejó en redes, aumentaron las muestras de diversión en la calle, posiblemente por la convicción de que las causas del apagón estaban más o menos controladas, y que a diferencia de las precauciones que había que tomar durante la pandemia, no podíamos hacer nada por suavizar el impacto. Los bailes y las escuchas colectivas de las emisoras de radio dieron paso a botellones y a frecuentar bares que tenían que servir bebidas a oscuras. La corriente eléctrica volvió no muy tarde en la mayoría de las ciudades, así que la gente pudo recuperar el ritmo habitual de los lunes rápidamente.
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Qué dice la ciencia. Hace apenas un par de meses, Chile vivió una situación mucho más alarmante, con un apagón igual de extendido, pero generando un caos mucho mayor. Ya entonces la ciencia se hizo preguntas acerca de nuestro comportamiento ante eventos inesperados, y los patrones de conducta social. En situaciones de emergencia, se concluyó, las personas tienden a agruparse y buscar compañía, lo que reduce la ansiedad y el miedo. Esta tendencia no proporciona solo bienestar anímico: también facilita respuestas cooperativas y civilizadas, especialmente si la comunidad está cohesionada y se confía en el entorno.
Ya veníamos enseñados. Otros análisis de la conducta humana ante situaciones de emergencia nos dicen que este tipo de respuestas dependen en parte de si las personas han vivido antes situaciones similares, y está claro que así ha sido: la pandemia nos educó acerca de cómo reaccionar ante situaciones de emergencia, pero el comportamiento de los españoles ante el apagón ha recordado, sobre todo, a las expresiones de jolgorio que pudimos experimentar y expresar cuando se levantó el periodo de confinamiento. Está claro que siempre nos quedamos con lo bueno.
La tranquilidad es lo que se busca. Si la población actuó así era porque sabían que la incómoda situación no era una amenaza grave para la seguridad ni el suministro de energía a corto plazo. El contexto de control y la respuesta de las autoridades permitieron que la desconexión se viviera como una anécdota colectiva y no como una crisis profunda. El ocio analógico están siempre a nuestro alcance, pero solemos recurrir a ellos solo cuando la tecnología falla de manera excepcional: nada impide que, en circunstancias normales, desconectemos voluntariamente, salgamos a la calle y disfrutemos de la compañía o del descanso, sin necesidad de esperar a un nuevo apagón.
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John Tones
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